Una semana para soñar, así vivimos la Colonia Vacacional en “Corazones de Oro”
- Hearts of Gold
- 8 ago
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Las vacaciones nos regalan la oportunidad de pausar el ritmo, de respirar y reconectar con lo esencial. Y este año, decidimos vivirlas de una forma distinta: compartiendo una semana llena de alegría, creatividad y aprendizajes junto a dieciséis niños y niñas maravillosos. Del 28 de julio al 1 de agosto de 2025 fuimos parte de la Colonia Vacacional “Corazones de Oro”, una experiencia inolvidable que forma parte del programa “Todos los niños merecen soñar”, impulsado con amor y compromiso por la Fundación Corazones de Oro.
Cada mañana, las risas comenzaban a llenar el espacio incluso antes de las 9 de la mañana. Algunos llegaban con timidez, otros con los ojos brillantes de emoción. Pero todos, sin excepción, llegaban con el corazón dispuesto a vivir algo nuevo. Desde el primer día, entre juegos y presentaciones, se sintió la chispa de la conexión. Pronto dejaron de ser un grupo de niños desconocidos para convertirse en un verdadero equipo.
La jornada de bienvenida estuvo cargada de creatividad. Con manos pequeñas, decididas y llenas de imaginación, los niños construyeron cometas hechas con materiales reciclados: bolsas de colores, varitas de madera, retazos de tela e hilo resistente. Las decoraron con tanta dedicación que parecía que estaban fabricando sueños listos para volar. Y así lo hicieron: salieron al patio y, entre risas y carreras, lanzaron sus cometas al cielo. Víctor, de 10 años, levantó la suya con orgullo y gritó: ¡Mira, profe! ¡Va más alto que todas!
El martes fue una explosión de arte. Entre pinceles, pinturas y plastilinas, los niños se sumergieron en sus mundos ideales. Pintaron casas con jardines infinitos, montañas sonrientes, personas abrazándose bajo un cielo despejado. Más tarde, sus sueños tomaron forma en figuras de arcilla: superhéroes, animales fantásticos, personajes mágicos... incluso versiones de ellos mismos. Al final, compartieron sus creaciones en una pequeña muestra que desbordaba autenticidad. No se trataba de técnica, sino de expresión, de abrir el alma y sentirse vistos.

El miércoles fue una jornada más pausada, un viaje hacia adentro. Iniciamos con respiración consciente y ejercicios de yoga guiados por Michelle Dávila. El silencio se volvió un refugio. Los niños se estiraron, respiraron, se conectaron con su cuerpo y su calma interior. Después, en la sesión de arteterapia con cuencos tibetanos y música suave, dibujaron lo que sentían. No había instrucciones ni juicios, solo papel, colores y emociones.Jordi, uno de los más inquietos, terminó su dibujo y susurró: Aquí me siento bien. Me gusta cuando está callado y todos dibujamos sin que nadie se ría. Ese momento de paz se convirtió en un tesoro para muchos.
El jueves, la emoción se podía sentir en el aire: ¡íbamos a cocinar! Las Mujeres Creadoras llegaron cargadas de harina, levadura y sonrisas generosas. Cada niño preparó su propio pan desde cero: amasaron con entusiasmo, moldearon con creatividad y esperaron con ilusión el resultado final. Al terminar, todos llevaron a casa una bolsita con varios panes hechos con sus propias manos, listos para compartir con sus familias.
Yamile, con su bolsita bien agarrada, sonrió y dijo con ternura: “Le hice un corazón al pan para mi mami. Se va a poner feliz porque yo lo hice solita.”
Ese pan para muchos, fue un acto de amor, una muestra de orgullo y una señal de lo capaces que son cuando se les da la oportunidad.
Y como todo lo bueno, la semana llegó a su fin con una salida muy especial: fuimos al cine. Para varios, era la primera vez en una sala oscura con una pantalla gigante. La película fue divertida, pero lo más hermoso fue verlos compartir, reír, abrazarse, prometer que no se olvidarían de lo vivido. Comieron canguil, se tomaron fotos, hicieron bromas... fue un día alegre, pero también con un nudo en la garganta, porque sabíamos que la colonia llegaba a su fin.
Una semilla de esperanza
En Corazones de Oro creemos que todos los niños merecen soñar. Y esta semana no solo soñaron: se sintieron escuchados, creativos, valorados. La Colonia Vacacional “Corazones de Oro” fue un espacio donde florecieron la confianza, la risa, la ternura y la libertad.
Gracias a quienes hicieron esto posible. Pero, sobre todo, gracias a esos dieciséis pequeños corazones que nos recordaron que cuando se siembra amor, lo que florece es esperanza.
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